POR QUé LOS PECES GORDOS DE WALL STREET PODRíAN QUEDARSE SIN VACACIONES DE VERANO

Se suponía que 2024 iba a ser un año fácil para los inversores de Wall Street. El panorama económico estaba mejorando, lo que hacía pensar que podrían tomarse las cosas con calma y seguir ganando dinero. Pero el reciente repunte de inflación ha truncado este escenario, y también los planes de pasar el verano en los Hamptons.

Tras el glorioso repunte bursátil de 2023, Wall Street esperaba entrar este año en un nirvana: buenos beneficios empresariales, fuerte consumo de los hogares y dominar la elevada inflación. Esta combinación llevaría a la Reserva Federal a bajar tipos de interés, reduciendo el coste de la deuda, impulsando al alza las acciones y mejorando la situación del consumidor.

Pero la inflación ha resultado ser más pegajosa de lo esperado, y los planes de recortes de tipos empezaron a desvanecerse. Primero, Wall Street retrasó su previsión de la primera bajada de marzo a junio, luego a septiembre, y ahora los inversores empiezan a preguntarse si habrá siquiera bajada.

"Esto no es lo que nos habían dicho que pasaría, eso seguro. Este año iban a recortar tipos y todo iba a ir a las mil maravillas. Por eso todos compraron acciones, pero ahora parece que ese escenario es relativamente improbable", me comenta Justin Simon, gestor de cartera de Jasper Capital.

A medida que se desvanecía la esperanza de recortes, los índices han pasado a un comportamiento que podríamos definir como "meh". El S&P 500 ha bajado un 0,2% desde principios de marzo, mientras que el Nasdaq, compuesto principalmente por tecnológicas, ha bajado un 0,7%. Pero peor que todo eso es la posibilidad de que los tipos se mantenga altos el tiempo suficiente para cambiar la realidad de la economía y, en consecuencia, los beneficios de las empresas.

Esto implica que la fantasía de Wall Street de pasar el verano en los Hamptons se ha hecho añicos. Nada de dejar que los becarios y los analistas junior se limiten a realizar las mismas operaciones que funcionaron el año pasado. Las estrategias que hacían subir las carteras ya no sirven. Nada de comprar incuestionablemente las caídas. La inflación ha inyectado incertidumbre en el mercado, lo que a su vez genera volatilidad. Por desgracia, la incertidumbre y la volatilidad no suelen venir acompañadas de una ensalada de langosta de 100 dólares en Duryea's. Lo que suelen traer, es dolor.

Cuando las palomas lloran

Las altas expectativas de Wall Street no han sido del todo culpa suya. Aunque el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha intentado de mantener un tono cauto, las proyecciones de la Fed sobre los tipos de interés indicaban múltiples recortes de tipos en 2024. Para el mundo de las finanzas, esto sonaba a una victoria contra la inflación y a un aterrizaje suave, un escenario de Ricitos de Oro en el que los precios se estabilizan sin desacelerar la economía lo suficiente como para que haya una recesión.

Pero al comenzar el nuevo año, las cosas empezaron a torcerse. Los datos de inflación mostraron que los precios seguían subiendo a un ritmo incómodo: el IPC subyacente, que excluye categorías volátiles como los alimentos y la energía, subió un 3,8% interanual en marzo. La medida de inflación preferida por la Reserva Federal, el índice básico de gastos de consumo personal, también se ha mantenido obstinadamente por encima del objetivo del 2% fijado por el banco central. Los economistas empezaron a dudar de que la subida de los precios se debiera únicamente a un aumento oportunista por parte de las empresas para aumentar sus márgenes de beneficio, sino a algo más duradero. Wall Street empezó a temer que sus preciados recortes no llegaran. El CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, recordó a todo el mundo que no se dejara "adormecer por una falsa sensación de seguridad" de que se avecinaba un aterrizaje suave.

"Este año iban a recortar tipos y todo iba a ir a las mil maravillas. Por eso todos compraron acciones, pero ahora parece que ese escenario es relativamente improbable"

La semana pasada, la Reserva Federal admitió en un comunicado que, aunque la economía estadounidense se encontraba en una situación sólida, "en los últimos meses no se ha avanzado hacia el objetivo de inflación del 2%". De modo que ha mantenido los tipos en los niveles actuales, reiterando su dependencia de los datos y diciendo que seguía "muy atenta a los riesgos de inflación". En otras palabras, sigue existiendo la posibilidad de que los datos nos digan que la inflación empeorará. Algunos analistas, como Torsten Slok, economista jefe de Apollo, ven indicios de que podría ser así.

"La subida de los precios de la energía, combinada con el actual repunte del sector manufacturero, aumenta la probabilidad de que veamos un aumento de la inflación de los bienes en los próximos meses", escribió Slok en un reciente correo electrónico a sus clientes.

Un escenario como ese podría llevar a la Fed, no solo a mantener los tipos en el 5%, sino también a considerar subirlos. En su conferencia de prensa del miércoles, Powell dijo que era "poco probable" que subiera los tipos, pero no descartó la posibilidad. Tampoco ofreció una conjetura sobre el origen de esta inflación persistente y dijo que lo averiguarían "con el tiempo".

En el lenguaje de las probabilidades de Wall Street, se diría que las posibilidades de alcanzar el mentado nirvana, son cada vez más bajas. Pero esto no quiere decir que la economía vaya mal o que no haya esperanza. El PIB del primer trimestre fue del 1,6%, por debajo de las previsiones de los economistas, pero los datos subyacentes son más prometedores. El desempleo sigue cerca de mínimos históricos y los salarios siguen creciendo. Además, los consumidores siguen gastando ese dinero, lo que impulsa las fuertes ventas minoristas

Por lo que respecta a las empresas, David Lefkowitz, responsable de renta variable de UBS, señaló en una nota reciente a sus clientes que "los fundamentos empresariales siguen siendo en gran medida sólidos e intactos" y que alrededor del 75% de las empresas del S&P 500 que publicaron sus beneficios del primer trimestre habían superado las estimaciones. Estas son buenas noticias, por supuesto… a menos que resulten ser malas noticias. 

Para que haya un aterrizaje suave, la economía tiene que aterrizar. Si Estados Unidos retrocede, se corre el riesgo de que la inflación vuelva a repuntar, lo que obligaría a la Fed a tomar medidas más drásticas para frenar los precios. Los datos de empleo de abril constataron la creación de 175.000 puestos de trabajo, por debajo de los 238.000 esperados, pero el desempleo se mantuvo por debajo del 4% y el crecimiento salarial se enfrió. A Wall Street le pareció buena noticia: crecimiento, pero no demasiado. Ni frío ni calor, solo hace falta una chaquetita ligera.

Paradójicamente, hay indicios de que las cosas no van tan bien como parece. McDonald's, por ejemplo, incumplió las estimaciones de beneficios trimestrales por primera vez en dos años ya que, según la empresa, sus clientes son "más exigentes con cada dólar que gastan". Starbucks ha registrado una disminución en sus ventas por primera vez desde 2020, y el CEO de la compañía habló de un "entorno altamente desafiante en torno a las presiones que enfrentan los consumidores". En Pepsi, las ventas orgánicas han caído un 2%. Lo que todas estas empresas tienen en común es que habían sido capaces de ganar más dinero con aumentos de precios significativos en los últimos dos años, y ahora no pueden. 

El dinero se ha restringido, impidiendo que puedan imponer subidas de precios por encima del volumen de ventas. Es de esperar que este tema se repita en todo el mercado. La mala noticia es que esto significa que el consumidor (el motor de la economía estadounidense) se está cansando. La buena noticia es que esto significa que estas empresas no serán una fuente de inflación.

"Ciertamente espero que la inflación haya tocado techo. Pero estamos viendo grietas significativas en el gasto de los consumidores en el extremo inferior. La gente está rebajando productos", me dice Silas Myers, cofundador y CEO de la firma de inversión Mar Vista Investments.

Toda esta información contradictoria plantea muchas preguntas a Wall Street. ¿Necesitamos realmente más subidas de tipos, o la Reserva Federal tiene margen para esperar a que las cosas se estabilicen? Si hay que seguir presionando para bajar la inflación, ¿hasta qué punto se pondrán feas las cosas? ¿Y si el repunte de la inflación es un engaño y, en realidad, la economía se está debilitando? ¿No es un error no bajar los tipos de interés ahora? Ya ves por qué este tira y afloja mantendrá a Wall Street en vilo y alejado de Georgica Beach.

Lo que funciona y lo que no

Cuando los recortes de tipos parecían garantizados, y los inversores hacían cola en Wall Street para unirse a la fiesta, parecía que el mercado sería un entorno fácil este año. Si los tipos bajaban, seguramente habría más liquidez, lo que haría subir los índices y probablemente coronaría a los mismos ganadores que el año anterior. Pero a medida que las dudas sobre la economía se adentran en la mente de Wall Street, también lo hace la preocupación por estas operaciones.

Tipos más altos durante más tiempo significa que los modelos de negocio que solían funcionar podrían dejar de hacerlo. Los inversores tienen que ser un poco más exigentes. Las expectativas de que las empresas desarrollarán tecnología y luego descubrirán cómo monetizarla ya están siendo castigadas frente a operaciones disciplinadas y centradas en los beneficios. Tomemos como ejemplo a los Siete Magníficos, el grupo de valores tecnológicos que dominó el mercado en 2023. Las fortunas de estas empresas (Nvidia, Tesla, Microsoft, Meta, Apple, Amazon y Alphabet) se han ido desviando a medida que el mercado reaccionaba a la realidad de la revolución de la inteligencia artificial. Después de que Meta anunciara unos beneficios extraordinarios el mes pasado, cayó un 10% por el anuncio de Zuckerberg de que gastaría entre 35.000 y 40.000 millones de dólares en construir un producto de IA este año. No supo decir exactamente cómo se monetizaría esa inversión. 

Cuando el dinero es más caro, ese es el tipo de preguntas que el mercado quiere que se respondan cuanto antes. A Microsoft y Alphabet, que ya han empezado a monetizar sus inversiones, les ha ido mucho mejor.

"La gente está muy preocupada por un giro a la baja porque creo que tienen todo lo que no deben tener", señala Simon. Cuando una acción se pone de moda en Wall Street, es de esperar que todo el mundo se abalance sobre ella y, si se invierte la tendencia, se produzca una estampida. En última instancia, esto genera movimientos tan drásticos que pueden hacer caer los índices y, francamente, arruinar el día de un trader si no está atento. Así que es hora de estar atentos.

La simplicidad que Wall Street esperaba es una de las pocas opciones que ya no están sobre la mesa

Este nuevo régimen no se aplica solo a Wall Street. Cuanto más se prolongue la subida de tipos en Estados Unidos, más se distanciará de la política monetaria del resto del mundo. En la UE y el Reino Unido, la inflación está retrocediendo y la política de tipos parece estar bajando. En Japón, los tipos de interés apenas superan el cero. Esta divergencia se traduce en una gran volatilidad, ya que el dinero circula por todo el mundo en busca del refugio más seguro. Como para enfatizar este hecho, el día del discurso de Powell, el valor del yen japonés se disparó frente al dólar un 1% en un segundo, un movimiento masivo para los estándares del mercado de divisas y un cambio radical, dado que en el último año el yen ha caído un 11% frente al dólar. 

La Reserva Federal siempre ha dicho que hay "desfases largos y variables" entre el momento en que modifica los tipos de interés y el momento en que la economía percibe esos cambios. Ahora empieza a admitir que esos desfases pueden ser más largos y variables de lo que pensaba. La simplicidad que Wall Street esperaba es una de las pocas opciones que ya no están sobre la mesa. Parece que este año, se cancelan los Hamptons.

2024-05-07T05:30:09Z dg43tfdfdgfd