EL MISTERIO (Y LA POLéMICA) DEL VESTIDO MODIFICADO DE TERESA URQUIJO

Cuando ayudo a alguna novia a elegir el traje del "día más importante de su vida" siempre tengo en cuenta dos cosas: que no se disfracen y que además de guapísimas estén cómodas para poder disfrutar de absolutamente todo lo que les espera. Estar preciosa en una esquina, como un gato de porcelana, porque no puedes moverte, me parece el mejor indicio de que el matrimonio va a ser un drama. Que estés (y te sientas) guapa y cómoda, además, hace que todo lo que digan el resto te resbale como si el vestido fuera de teflón.

De todo esto me he acordado mientras leía muchas de las crónicas sobre el vestido, remodelado, con el que se ha casado Teresa de Urquijo con el Alcalde de Madrid este pasado fin de semana. Porque desde que llegaron las redes sociales parece que en España ya no sólo hay "40 millones de seleccionadores de fútbol", sino que también hay "40 millones de estilistas, diseñadores y modistas". Por no hablar de historiadores, conservadores o directores de museos. Me explico.

Opinar, cotillear y hasta criticar (sin meter el dedo en el ojo) no sólo es lícito sino que también es absolutamente terapéutico

De eso viven las revistas del corazón desde hace siglos. Algo te puede gustar o no. Te lo podrías poner o no. Puede ser más o menos de tu estilo. Todo me parece bien. Lo que ya no me parece tan correcto, es, por un lado el insulto, sobre todo si lo haces de manera pública (aunque tengas 5 seguidores en Instagram), y por otro la intención de sentar cátedra cuando desconocemos los detalles que han llevado a la novia a tomar ciertas decisiones que han terminado en la foto que estás viendo.

¿Por qué me estoy poniendo tan seria? Pues porque he leído muchísimas cosas sobre si lo que hizo la ya señora de Almeida con el vestido de novia que llevaron su madre y abuela, no sólo es apropiado, sino incluso lícito. Durante los días previos a la boda muchos medios dijeron que a diferencia de otros enlaces, en esta ocasión ya conocíamos el secreto mejor guardado de cualquier boda: El vestido de la novia. Varias fotos de sus predecesoras fueron cedidas a los medios y en ellas pudimos comprobar lo espectacular que era el vestido creado por Pedro Rodríguez en los años 60. Un diseño muy típico de la época, con cuerpo entallado, manga francesa, cuello barco y sobre todo una espectacular falda capa tipo "New Look". Todo ello confeccionado en un impresionante lamé con hilos de plata.

Los más jóvenes del lugar no sabrán quién es Pedro Rodríguez, pero él fue el responsable de crear y presidir la Cooperativa de Alta Costura de España y vistió no sólo a la alta sociedad de nuestro país sino también a grandes actrices como Audrey Hepburn. Intentó adaptarse al prêt-à-porter, pero como a su coetáneo Balenciaga, la situación le pudo y cerró su taller en 1979. Es decir, que aunque casi nadie le conozca, porque nadie haya querido recuperar su casa de costura (su nombre poco comercial tiene gran culpa de ello), Rodríguez ha sido uno de los grandes de la edad de oro de la costura europea.

Pero volvamos al vestido. Yo sabía perfectamente, y no es por hacerme la lista, sino por una simple cuestión de sentido común, que si habíamos visto tanta foto era porque el que iba a lucir Teresa nada iba a tener que ver con el original. No me equivoqué. En el taller de Navascués desmontaron por completo la pieza y con una tela maravillosa, de las que me atrevería a decir que ya no hay, crearon un nuevo diseño al gusto de la persona que iba a llevarlo. Ojo, esto es mucho más difícil que hacer uno nuevo sin más, así que si lo hicieron es porque la novia quería y porque la tela lo permitía.

Lo que no sabemos es si esto se hizo porque el vestido no le quedaba bien a Teresa, no le gustaba o simplemente estaba absolutamente destrozado y había que hacer magia para que la novia pudiese cumplir uno de sus deseos. Pues bueno, sin saber todo esto, las redes se llenaron de pontificadores clamando al cielo porque "se había desmontado un grandísimo Pedro Rodríguez que debería haber sido conservado tal cual, porque el nuevo diseño era más feo y lo habían destrozado". Es cierto que a nadie se le ocurriría pintar sobre un Miró pero ¿está la moda a la misma altura que otras disciplinas artísticas? ¿Deberían existir leyes que prohibieran la modificación o alteración de piezas de costura con determinados años de antigüedad?

La legislación del mundo textil es muchísimo más complicada y está menos estudiada que la de otras obras de arte o incluso fachadas de edificios

Entre otras cosas porque los vestidos fueron creados para ser "vestidos" y aunque pueden ser declarados "Bien de Interés Cultural", tiene que ser pieza por pieza y no por el simple hecho de estar diseñados por alguien con renombre como pudiera ser Fortuny, Balenciaga o el Pedro Rodríguez que nos ocupa. Es decir, que todo lo que ha hecho Picasso automáticamente se protege en el momento que se hace público pero no pasa lo mismo con las obras de los diseñadores. De ninguno. Así que lo que hizo la familia Urquijo se podía hacer, por mucho que doliera a muchos amantes de la historia de la moda.

Mi última pregunta es, ¿se hubiese puesto el mismo grito en el cielo si el resultado final les hubiese parecido más a su gusto? O siendo incluso algo más puntillosa ¿Si lo hubiese llevado otra persona? Ahí lo dejo, porque lo de hoy no es una columna de opinión, parece el inicio de una tesis doctoral. Gracias si habéis llegado hasta aquí, porque además os habéis ganado mi opinión personal. Me gustaba mucho más el vestido antes, sin duda, pero respeto absolutamente lo que ha hecho Teresa. Esa es la navegación entre contradicciones en la que vivo constantemente.

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