LAS 4 COSAS QUE DEMUESTRAN QUE ESTáN EN UNA RELACIóN SANA Y QUE DURARá PARA SIEMPRE

Cuando conocemos a alguien del que nos enamoramos, todos tenemos un simple deseo: tener una relación sana y duradera. Sin embargo, a veces estamos tan acostumbrados a vivir comportamientos tóxicos que nos resulta complicado diferenciar qué es lo que nos hace bien de lo que no.

Por supuesto ninguna relación es permanente perfecta y habrá momentos en los que estén llenas de ansiedad, dificultades y conflictos. Pero, dentro de ello, debemos aprender a discernir si realmente nuestro vínculo con el otro es sano o no. Según los expertos, hay cuatro señales que demuestran que, efectivamente, tenemos una relación sana que puede perdurar en el tiempo.

Señales de que estamos en una relación sana

Somos seguros de nosotros mismos

A primera vista, puede parecer que esto únicamente tiene que ver con nuestra personalidad, no con nuestra relación con los demás, pero lo cierto es que la seguridad en uno mismo tiene mucho que ver con el tipo que desarrollamos con nuestra pareja.

Por lo general, el tener buena autoestima ayudará a que no nos atemos al otro de manera ansiosa e insegura. No tendremos esa necesidad porque no somos personas que piensen que no merecemos lo que tenemos, sino que nuestra cabeza suele estar llena de pensamientos negativos acerca de nosotros y nuestras capacidades.

Somos capaces de enfrentarnos a todo

Una cualidad que suele resultar beneficiosa para cualquier tipo de relación es la resiliencia. Consiste en ser lo suficientemente flexibles para enfrentarnos a cualquier dificultad o imprevisto que se ponga en nuestro camino. Al saber adaptarnos a situaciones complicadas, tendremos más fácil el superar los baches en las relaciones. Además, juntos sentiremos que, efectivamente, no habrá nada que pueda con nosotros.

Ser positivos

Según los expertos, una idea que todos debemos tener en la cabeza en nuestras relaciones es que, pase lo que pase, todo irá a mejor. Ambos somos conscientes de que hay cosas que se escapan de nuestro control pero que, con esfuerzo, podremos conseguir lo que queramos.

Pero, ¿para qué sirve adoptar esta mentalidad? Básicamente, nos ayuda a crear un espacio seguro en el que ambos sentimos que hay cierta estabilidad en nuestra vida.

Manteniendo en nuestra mente que todo irá bien, seremos capaces de comunicarnos mejor, de gestionar las frustraciones juntos y, sobre todo, de buscar soluciones a todos los problemas que se presenten en nuestro camino.

Depender el uno del otro, pero también mantener cierta independencia

En cualquier pareja, todos dependemos, en mayor o menor medida, del otro. Y quien diga que no, miente. Esto no quiere decir que solo podamos hacer cosas con nuestra pareja o que nuestro estado de ánimo dependa siempre del suyo, sino que mantengamos nuestra conexión y el apoyo el uno al otro. Significa saber que podemos vivir solos, pero que nuestra vida mejora cuando tenemos al lado a la persona a la que queremos.

Hay ciertas características o comportamientos que debemos desarrollar individualmente para que nuestra relación vaya bien. La primera es no olvidarnos de nuestros propios intereses por habernos echado pareja, sino mantenerlos y, si queremos, animar al otro a unirse a nosotros.

También es importante mostrar afecto, aunque el otro no se sienta preparado o no esté de humor para ello. Al final, en una relación debemos sentirnos lo suficientemente cómodos como para mostrarnos vulnerables y compartir nuestras emociones, miedos y sentimientos. Esa vulnerabilidad hará que nos resulte más fácil hablar y que no nos dé miedo pedir ayuda, aunque sepamos que podemos hacer las cosas solos.

En momentos de tensión o conflicto, debemos hacer todo lo posible para que el vínculo que tenemos se mantenga intacto y que una buena comunicación y el perdón sea el centro de todo. Una relación no debe causarnos miedo, ansiedad ni dudas permanentes.

Si estamos en una relación que tiene estas características, eso significará que tenemos una relación sana. Pero, si no es así, tendremos que trabajar por cambiar o, directamente asumir que, quizás la persona a la que queremos no es para nosotros.