APRENDER A CUIDAR LA MENTE COTIZA AL ALZA

Las instituciones educativas ya no son sólo lugares en los que nutrir el cerebro a base de conocimientos. También enseñan a atender sus necesidades y su salud con disciplinas avaladas por la neurociencia..

Stringere, el vocablo latino de estrés, refleja con gran plasticidad lo que esta patología suele hacernos, es decir, estrujarnos, literalmente. Bajo el paraguas del mejor llamado distrés -la versión nociva del estrés-, se cobija un incremento notable de afecciones relacionadas con la salud mental. ¡Que levante la mano quien no se haya sentido superado por los acontecimientos alguna vez en su vida! Pero la cuestión es que esa sensación se ha propagado y permeado a casi todos los ámbitos de la sociedad. Una sociedad que hoy demanda formación para hacer frente a un problema que sin especialistas puede convertirse en pandemia y que, según la OMS lleva a perder 12.000 millones de días de trabajo al año por bajas de ansiedad y depresión .

Como siempre, la necesidad crea una demanda de profesionales y la oferta universitaria responde a ella. Psiquiatras, psicólogos, psicoterapeutas... a los que hace unos años se unieron los instructores de mindfulness, son los guardianes de ese ansiado bienestar mental. Y un número en crecimiento de grados, másteres y posgrados especializados les forma para atajar el mal de nuestra era no sólo en al ámbito sanitario sino también en el educativo y el empresarial. «Ciertamente, la demanda para estudiar o especializarse en diferentes ámbitos relacionados con la salud mental es creciente, sobre todo a raíz de la Covid», confirman las doctoras Inés Magán y Rosa Jurado, directora del Máster en Psicología General Sanitaria y del Máster en Evaluación y Rehabilitación neuropsicológicas de la Universidad Camilo José Cela, respectivamente.

Esta segunda área, que atiende a la relación entre el cerebro y la conducta, para conocer cómo son nuestros procesos mentales y contribuir a su rehabilitación cuando se alteran, está en auge. Hay «cada vez más demanda no sólo de la población general, sino también de otros especialistas, porque da luz a problemas de diferente índole, como los trastornos mentales (depresión, psicosis, adicciones...), entre otros», explica Jurado. En cuanto a la psicología, la demanda universitaria es creciente y se nota en másteres como el citado, necesarios para ejercer en ese ámbito. Pero no sólo por ello: los psicólogos «desean ofrecer una asistencia individualizada, continuada y de calidad, algo que hoy en día no es fácil en la sanidad pública, debido a que no hay suficientes psicólogos clínicos para cubrir la demanda», cuenta Magán.

Poco a poco, la salud mental y psicológica está dejando de ser un tabú. La pandemia la ha visibilizado y constituye un recurso para mejorar el bienestar y la calidad de vida. Además, añaden estas doctoras, «la sociedad cada vez es más consciente del papel que desempeñan procesos como la atención, la memoria o el razonamiento en su rendimiento en la vida diaria y concede especial interés a cuidarse en estas áreas».

Las declaraciones sin tapujos de algunos artistas, deportistas y personajes conocidos sobre la pérdida de su salud mental «han contribuido a la apertura del actual debate social». «Este cambio social está haciendo que la demanda de profesionales en psicología se incremente para buscar terapias», opina Diana Prieto, psicóloga y formadora en el Máster de Instructor/a de Mindfulness de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned), que hace tres años se oferta desde el centro asociado de Pontevedra y dirige la titulada en Enfermería Eva Gómez.

En España, donde tal y como expone Gómez, «actualmente, 5,7 millones de personas mayores de 14 años están diagnosticadas con trastornos de salud mental y la tasa de crecimiento anual de diagnosticados es de un 4,3% y subiendo desde 2017», el mindfulness es una de esas terapias novedosas. Se trata de «un estado de la mente que podemos entrenar», dicen estas expertas, quienes destacan que en ese ámbito el mayor aprendizaje no está en lo teórico, sino en lo vivencial. «Esto es una diferencia muy importante respecto a otro tipo de formaciones con un cariz más intelectual».

En los programas de mindfulness, la base neurocientífica y la psicología son dos bloques importantes. «Cuenta con muchos estudios científicos que muestran cambios estructurales y funcionales en varias áreas cerebrales», explican ambas profesoras. «Ello ha tenido un impacto en las terapias psicológicas de tercera y cuarta generación, las cuales implementan mindfulness con otras terapias, como la Terapia Cognitiva basada en Mindfulness, que integra la práctica de mindfulness con ejercicios y habilidades de la terapia cognitiva». De hecho, ya hay asignaturas en el Grado de Psicología que incorporan módulos de mindfulness.

Aunque el profesor de Medicina emérito en la Massachusetts University Medical School, Jon Kabat-Zinn, lo adaptó a Occidente -como Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR)- hace 60 años, es ahora cuando la formación en esta práctica oriental de 2.500 años de antigüedad se ve como una efectiva herramienta para luchar contra datos devastadores. El Informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas de 2022 situó a España como el país de mayor tasa de consumo de ansiolíticos, sedantes e hipnóticos. No obstante, hay esperanza: «En 2023 la revista JAMA Psychyatry publicó un estudio que demuestra que el programa de ocho semanas de MBSR tiene el mismo resultado que el antidepresivo Escitalopram en el abordaje de la ansiedad», citan Gómez y Prieto.

Títulos de referencia

Los estudios de mindfulness en el ámbito universitario español son relativamente novedosos. El Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza, capitaneado por el catedrático de Psiquiatría Javier García Campayo, es el veterano de las universidades de habla hispana y comenzó en 2013. Entonces, cuenta, no fue fácil sacarlo adelante. «Tuvimos que defender la evidencia científica del mindfulness, su amplio uso en distintos entornos -salud, educación, empresa- y su favorable repercusión en una universidad como la nuestra» de carácter público. Se logró, añade, «porque nuestro grupo es considerado de referencia desde hace 20 años en investigación en salud mental en atención primaria».

«Mindfulness es una psicoterapia de tercera generación, por lo que se analizan las bases teóricas de las otras generaciones de psicoterapia para entender las diferencias y semejanzas», dice Campayo. Se estudian los test utilizados para medir los diferentes aspectos y se enseña como impartirlo tanto a personas sanas como a pacientes con distintos trastornos físicos y mentales. El primer año del programa permite ser especialista y da paso al segundo para obtener el máster.

Sus alumnos suelen superar los 40 años y «un 70% son mujeres, más receptivas a impartir y recibir técnicas psicológicas y psicoterapia», dice Campayo. En otros casos son hasta recién titulados en áreas de la salud o la educación, así como del mundo de la empresa, donde según recuerda está introduciéndose progresivamente, y «hacen falta expertos que sepan cómo incorporarlo y hacer seguimiento».

La adopción del mindfulness por grandes corporaciones y start up en Silicon Valley ha validado su eficacia. Google fue pionera en 2007 en certificar que aumentó la creatividad, productividad y felicidad de sus empleados. Esto ha impulsando su implementación en empresas de todo el mundo, tal y como aportan Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, y Gustavo G. Diex, de I+D Nirakara Lab. «No sólo reduce el estrés y mejora el enfoque, sino que cultiva una cultura de confianza y apertura, esencial para la agilidad y la innovación». De hecho, remarcan que integrarlo en la vida corporativa supone un cambio paradigmático hacia un liderazgo más humano.

Alrededor del 15% de los participantes en el Máster Universitario Mindfulness en Contextos de Salud e Investigación de la Complutense busca diseñar programas adaptados a las necesidades de las empresas. Hay que «preparar a los futuros profesionales con competencias que les permitan abordar de forma efectiva el estrés y fomentar el bienestar en sus respectivos campos de acción», comentan Vázquez y Diex. Se persigue también la eficacia demostrada del mindfulness en la mejora de la atención y la concentración, y el fomento de las habilidades emocionales y cognitivas más resilientes, algo muy útil en contextos empresariales.

«La preocupación principal fue diseñar programas basados en la evidencia científica, especialmente ante el auge de la demanda en la década de 2010», relatan. Por ello, hacen hincapié en la vinculación del máster a programas de investigación, e incluso proyectos de I+D (Plan Nacional de Ciencia) sobre factores psicobiológicos. Actualmente, evalúan los mecanismos psicológicos, neuronales y biológicos que subyacen a un programa intensivo de mindfulness y estudian su aplicación en el manejo del dolor crónico, con varios proyectos y tesis doctorales en las Facultades de Medicina y Psicología. Cabe destacar que, dentro de su línea investigadora, la reputada neurocientífica Nazareth Castellanos lidera un enfoque centrado en la relación entre el cerebro y la respiración.

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