¿CUáNTO VALE TU VIDA? LA SANIDAD PúBLICA DECIDE ASí SI FINANCIA O NO UN TRATAMIENTO MéDICO

En el intrincado universo de la sanidad pública, donde cada decisión o nuevo tratamiento médico puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, los responsables se enfrentan a un dilema constante: ¿cómo priorizar los limitados recursos disponibles para obtener el máximo beneficio en términos de salud y calidad de vida? En esta ardua tarea, una herramienta fundamental, aunque poco conocida fuera de los círculos especializados, ha emergido como el faro que guía las políticas sanitarias: los AVAC, o «años de vida ajustados a calidad«.

Detrás de cada nuevo tratamiento médico aprobado, cada programa de prevención implementado o cada decisión de financiación tomada, se esconde un complejo cálculo que intenta cuantificar el impacto en la salud de la población y traducirlo a un valor monetario. Este enfoque, aunque pueda parecer frío y deshumanizado a primera vista, es la única forma de comparar opciones dispares y asignar los recursos de manera eficiente. En este artículo, exploraremos los entresijos de los AVAC, su importancia en la toma de decisiones sanitarias y las controversias que rodean su aplicación.

El AVAC: la unidad que que decide si financia o no tu tratamiento médico

El concepto de «años de vida ajustados a calidad» (AVAC) es el pilar fundamental sobre el que se sostiene la toma de decisiones en materia de políticas sanitarias y aplicación de todo tipo de tratamiento médico. En esencia, es una unidad de medida que traduce los beneficios en salud logrados con cualquier decisión sanitaria, ya sea un tratamiento médico, un programa de prevención o una intervención quirúrgica, y calcula cuántos euros cuesta alcanzarlos. Según Sergio García Vicente, miembro de la junta directiva de la Asociación Economía y Salud (AES), «es el equivalente a un año de vida con una salud perfecta que se obtiene gracias a un tratamiento, programa o medida sanitaria«. Pero lo verdaderamente importante es que los AVAC no solo miden los años de vida ganados, sino también la calidad de vida con la que se viven.

El umbral de los 25.000 euros: la frontera invisible para tu tratamiento médico

Para que los AVAC sean realmente útiles, es necesario establecer un umbral de referencia que ayude a decidir qué tratamiento médico o planes de salud son eficientes y cuáles no. En España, después de un exhaustivo estudio realizado en 2015 por la red de agencias de evaluación sanitarias, se estableció que el rango más adecuado es entre 20.000 y 25.000 euros por AVAC. Esto significa que los tratamientos o intervenciones que cuesten menos que este umbral deberán ser financiados con dinero público, mientras que aquellos que superen este límite serán rechazados, ya que el dinero se destinará a otras actuaciones que puedan salvar más años de vida o mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Cuando la vida no tiene precio: excepciones al límite de cualquier tratamiento médico

Sin embargo, el uso de los AVAC no es una ciencia exacta, y existen excepciones y adaptaciones que deben tenerse en cuenta. Una de las más frecuentes se hace con los fármacos y la asistencia destinados a pacientes que se encuentran en las últimas fases de la vida. En estos casos, algunas guías proponen elevar el umbral hasta los 50.000 euros por AVAC, reconociendo las circunstancias especiales de estos pacientes. Además, ciertos tratamientos contra el cáncer o enfermedades raras pueden encajar mal en el sistema de cálculo de los AVAC, ya que a veces aportan mejoras leves en la calidad de vida o alargan la supervivencia solo unos meses, lo que dispara el precio de los AVAC conseguidos. En estos casos, se requiere un enfoque más flexible que tenga en cuenta variables como la frecuencia de la enfermedad, la existencia de alternativas terapéuticas y la edad de los afectados.

Tratamiento médico: el retraso en nuevos tipos de intervenciones

Una queja recurrente por parte de la industria farmacéutica y muchos profesionales sanitarios es el retraso en la incorporación de nuevos tratamientos a la cartera básica del Sistema Nacional de Salud (SNS). Según Maria Josep Carreras, responsable de farmacia oncológica en el Hospital Vall d’Hebron, «el tiempo medio que tarda un nuevo tratamiento oncológico en ser introducido en la cartera básica de servicios es de 14 meses después de que haya sido aprobado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA)«. Estos retrasos, aunque frustrantes para pacientes y profesionales, se deben a que España realiza un profundo estudio sobre la eficacia y el impacto económico de cada nuevo tratamiento médico antes de dar luz verde a su financiación, mientras que en otros países la introducción es casi inmediata.

La industria farmacéutica: ¿inflando los precios?

Una preocupación adicional que rodea la extensión de los AVAC como herramienta de gestión pública es que, en ocasiones, pueden ser utilizados por la industria farmacéutica para subir de partida los precios de los medicamentos. Al conocer el umbral máximo que la administración está dispuesta a pagar, las compañías tienden a fijar los precios en torno a ese límite o incluso por encima, lo que encarece la factura farmacéutica y hace que todo el excedente derivado de la innovación vaya a parar a manos de los fabricantes.

Ética y economía: el eterno debate sobre tu tratamiento médico

El uso de los AVAC para tomar decisiones sanitarias ha generado un intenso debate ético y filosófico sobre la calidad y aplicación de casi todo tipo de tratamiento médico. Algunos argumentan que reducir la vida humana a una mera ecuación económica es una práctica fría y deshumanizada, mientras que otros defienden que es la única forma racional y objetiva de asignar recursos limitados de manera justa y eficiente. En el centro de esta controversia se encuentra la eterna tensión entre la ética y la economía, entre los principios morales y la cruda realidad de los presupuestos limitados.

Tratamiento médico: la importancia de la transparencia y el escrutinio público

Independientemente de las posturas éticas o económicas, la mayoría de los expertos coinciden en la importancia de la transparencia y el escrutinio público en el proceso de toma de decisiones basado en los AVAC. Como señala Vicente Ortún, catedrático de Economía, «no sabemos cuáles son y por qué; hay una gran falta de transparencia sobre las deliberaciones y procesos de decisión«. Esta falta de apertura genera desconfianza y dificulta el debate informado sobre cuestiones que afectan directamente a la salud y la calidad de vida de los ciudadanos.

Más allá de los números: el factor humano

A pesar de la importancia de los AVAC y su utilidad como herramienta de gestión, es fundamental no perder de vista el factor humano que subyace en cada decisión sanitaria. Detrás de cada número y estadística, se encuentran personas reales luchando contra enfermedades, experimentando dolor y buscando esperanza. Los responsables de la toma de decisiones deben ser conscientes de esta realidad y esforzarse por encontrar un equilibrio entre la eficiencia económica y la compasión humana.

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