Si algo ha cambiado por completo desde que las redes sociales se convirtieron en un fenómeno global es la facilidad con la que podemos acceder al contenido de usuarios de cualquier parte del mundo. Esto puede ser positivo, pues hay quienes sienten curiosidad por los gustos, costumbres y noticias que ocurren a miles de kilómetros de nuestro hogar, pero también puede hacer que una polémica se convierta en una bola de nieve gigantesca.
Algo así pasó hace no mucho con el vídeo que compartió en TikTok un estadounidense que vive en España. "Mis padres me preguntaron si quería volver a Estados Unidos, porque obviamente aquí (en España) los sueldos son diferentes. Es imposible ganar aquí lo que ganarías en Estados Unidos. Si ganas 90.000 euros en el norte de España, donde yo vivo, te da para ir a trabajar en limusina, tomarte algo en un club de tenis después del trabajo... Aquí es normal ganar 30.000 euros al año, clase media", destacaba el tiktoker. Y lo cierto es que, por muy amable que parezca, algunos se han tomado esto como una filosofía de vida.
"Me volví rica de un día para otro haciendo solo una cosa: mudarme de Suiza a España". Así presume una usuaria de Instagram y en redes, y así nacen los que conocemos como 'expats', un término que hasta ahora siempre se había utilizado para hablar simplemente de aquellas personas que, a diferencia de un refugiado o exiliado por fuerza mayor, se mudan de su país voluntariamente, y casi siempre de forma temporal, manteniendo en muchos casos sus respectivos trabajos en su país de origen y cobrando un sueldo que en España es casi inalcanzable.
Este tipo de inmigrantes se han hecho especialmente conocidos en nuestro país, y más concretamente en Barcelona. Varios medios han destacado ya que estos 'expats' se han 'apoderado' prácticamente de la ciudad. Un ejemplo es 'Metrópoli Abierta', que señalaba hace poco en un artículo que al menos un 10% de la población de la ciudad condal son ya estos 'expats'.
Basta con entrar en algunas cafeterías o espacios similares de Barcelona para encontrarnos a algunos de estos 'expats', que pueden pasar horas teletrabajando desde allí, haciendo uso incluso de la conexión wifi y de los servicios del local en cuestión. Todo un chollo. Pero esto es solo la punta del iceberg. El problema real tiene que ver, por ejemplo, con la vivienda.
Estos 'expats', que habitualmente son personas con un alto poder adquisitivo, no suelen tener problemas para pagar un alquiler que a un trabajador en España, con un sueldo normal, le costaría horrores. Esto no hace sino aumentar el precio de los alquileres en algunos barrios de la ciudad, algo que beneficia a los propietarios pero no a quienes pierden paciencia, tiempo y dinero en encontrar un lugar en el que vivir.