LAGARDE Y POWELL TAPAN LAS CARTAS DE UN BCE Y UNA FED QUE SE MUEVEN A DISTINTAS VELOCIDADES

El encuentro de banqueros centrales que organiza el Banco Central Europeo (BCE) todos los veranos en Sintra ha servido como guía en muchas ocasiones del pasado para anticipar el rumbo de la política monetaria de los principales organismos del planeta, como la Reserva Federal estadounidense (Fed), o el propio BCE. Este año, sin embargo, la mesa redonda que ha abierto el foro de banqueros centrales, en la que han participado Christine Lagarde, presidenta del BCE, Jerome Powell, gobernador de la Reserva Federal, y Roberto Camps, gobernador del Banco Central de Brasil, no ha dejado pistas claras, sino todo lo contrario. Tanto Lagarde, como Powell, se han cuidado mucho de anticipar futuros movimientos, un reflejo de la incertidumbre que existe en el frente macroeconómico y geopolítico.

Ninguno de los dos banqueros centrales ha querido anticipar qué es lo que preparan para el futuro. Se espera que el ciclo de bajadas de tipos que ha comenzado el BCE en junio tenga continuidad en el medio plazo, y que la Fed dé comienzo su propio proceso de recortes en el precio del dinero en los próximos meses, pero todo dependerá de los datos macroeconómicos que se vayan publicando. Esa inclinación "dependiente de los datos" la comparten ahora el BCE y la Fed, aunque el análisis de los mismos haya convencido al organismo europeo de la necesidad de empezar a bajar tipos mientras la Fed no ve las señales suficientes para empezar a mover ficha.

Powell ha admitido en Sintra que la Fed ha hecho "bastante progreso" en sus esfuerzos para reducir la inflación, pero quiere seguir viendo que este progreso continúa avanzando. "La economía estadounidense es fuerte, y el mercado laboral también, por lo que tenemos la capacidad de tomarnos un tiempo para hacer las cosas bien", explica el gobernador de la Fed.

Lagarde y el BCE, sin embargo, han optado por el camino contrario, intentando anticiparse a un frenazo económico con su bajada de tipos que llevó a cabo el pasado mes de junio, un movimiento que se ejecutó a pesar de que el desempleo sigue siendo muy bajo en la zona euro, con la tasa más baja que se ha visto en la historia de la Unión, y que el crecimiento de los salarios sigue siendo alto, dos factores que pueden terminar dando un nuevo impulso alcista a la inflación. El crecimiento de los salarios, de hecho, está afectando a la inflación del sector servicios, que sigue corriendo a un ritmo del 4,1% interanual, frente a la inflación media del 2,5%. Y es ahí, en la inflación del sector servicios, donde puede estar la clave del futuro de los tipos del BCE.

En Sintra, Lagarde ha reconocido que probablemente el BCE "no necesitará que la inflación caiga hasta el crecimiento del 2%" para poder bajar tipos, y que podría volver a hacerlo con esta tasa por encima del nivel objetivo, ya que, por otro lado, se compensan con la inflación del sector manufacturero, que ahora "está por debajo del 2%", indica la presidenta. Sea como sea, Lagarde parece querer enfriar en Sintra las expectativas de ver más recortes de tipos en el futuro, ya que ha reconocido este lunes, en su discurso de bienvenida al simposio, que "todavía hay grandes incertidumbres", y que el BCE "necesita tiempo para recopilar suficientes datos para estar seguros de que los riesgos de una inflación excesiva han pasado". Este es el mensaje que ahora repite Lagarde una y otra vez.

La presidenta del BCE tampoco ha querido pronunciarse sobre el impacto de las elecciones europeas y francesas en su política monetaria, aunque pueda ser uno de los elementos más importantes para el futuro del bono francés, y de la estabilidad financiera de la zona euro. En eso coincide con Powell, quien también ha evitado hacer cualquier comentario sobre el resultado de las elecciones en Estados Unidos de noviembre.

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